domingo, 26 de diciembre de 2010

A cutte rabbit

La soledad verdadera nos aísla totalmente entre el cielo y la tierra, pues es ahí donde aparece todo el drama de la finitud. Los paseos solitarios —extraordinariamente fecundos y peligrosos a la vez para la vida interior— deben realizarse sin que nada turbe el aislamiento del ser humano en este mundo, es decir, por la noche, a la hora en que ninguna de las tracciones habituales puede ya interesarnos, cuando nuestra visión del mundo emana de la región más profunda del espíritu, de la zona que nos separa de la vida y de su herida. ¡Cuánta soledad necesitamos para poder tener acceso al espíritu! ¡Cuánta muerte necesitamos en la vida, y cuanto fuego interior!. Emil Cioran

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